Como educadora scout, bailarina y aficionada a la música en general, siempre he tenido el "mal vicio" de cantar a los niños para jugar con ellos o simplemente para pasar un rato agradable. Los niños, desde que nacen, son un 80% musicales y son capaces de aprender y disfrutar con ritmos sencillos, melodías y canciones, ya no desde la cuna, ¡sino desde el vientre materno!
Sorprendente, ¿verdad? Quizá, sabiendo esto, no lo sea tanto que podamos incluir ciertos contenidos en nuestras canciones, para trabarlos lúdicamente. Es por esto, que la canción motriz resulta una herramienta la mar de sencilla y divertida para reforzar los conocimientos adquiridos en clase, descubrir cosas nuevas, ejemplificar algún conocimiento más abstracto o simplemente para motivar a los alumnos.
Durante la canción motriz, el maestro debe ser partícipe de la actividad de la clase, siendo el "director de orquesta" que da el ejemplo con el que trabajar el gesto, el ritmo, el lenguaje corporal y otros aspectos musicales.
La canción motriz, ante todo, estimula el mundo creativo de cada uno de los alumnos, transportándolos a lugares donde jamás podrán estar en el mundo real: el fondo del mar, el espacio, la prehistoria, un país imaginado...
¿Qué consideramos canción motriz? Aquella que tiene unos movimientos representativos del texto de la misma, y que sirven para trabajar con los niños todo lo nombrado anteriormente. Un ejemplo de ella serían "La araña margarita", "La sandía gorda, gorda, gorda", o "Aceite de iguana", que es una de mis favoritas :)
Espero que os hayáis podido hacer una idea de lo que es una canción motriz, ¡hasta la próxima!
Sandra
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